Capadocia, el país de las hadas

Cuenta la leyenda que en Capadocia, en el centro de la península de Anatolia, convivían sin problema los humanos y las hadas. Pero, como suele suceder en estos casos, un hombre y un hada se enamoraron, lo que estaba totalmente prohibido por ambos pueblos. La pena: la muerte. Sin embargo, la reina de las hadas recapacitó y perdonó a los amantes, pero para evitar que volviera a ocurrir hizo que todas las hadas se convirtieran en palomas. A partir de entonces, los humanos que habitan allí cuidan con devoción a las palomas que viven en las llamadas chimeneas de las hadas, unas de las estructuras de toba volcanica que hacen que uno sienta que está en la luna.


Capadocia (en turco: Kapadokya; gr. Καππαδοκία) es una región histórica de İç Anadolu, Bölgesi, en Turquía, que abarca partes de las provincias de Kayseri, Aksaray, Niğde y Nevşehir. Capadocia se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo, y por su patrimonio histórico y cultural. En el año 1985, fue incluida por la UNESCO en la lista del Patrimonio de la Humanidad, con una zona protegida de 9.576 ha.

La región de Capadocia puede considerarse un círculo de cincuenta kilómetros de diámetro, donde se encuentran, entre otras, las ciudades de Aksaray y Nevşehir, así como numerosos asentamientos. La población en el área no llega al millón de habitantes, pero los asentamientos están tan cercanos unos de otros, que dan la impresión de tratarse de una sola ciudad extendida por una región muy vasta. En muchos mapas, el nombre de Capadocia no es mencionado ya que no se trata de una demarcación política como tal. Más bien se trata de una región histórica que abarca porciones de varias provincias.


El paisaje único de Capadocia es el resultado de la acción de fuerzas naturales a través de los milenios. Hace 60 millones de años, se formó la cadena montañosa del Tauro en Anatolia meridional, al mismo tiempo que se formaba la cadena alpina en Europa. La formación de la cordillera de los Montes Tauro provocó numerosas barrancas y depresiones en Anatolia central. Hace diez millones de años, estas depresiones fueron rellenadas por el magma y otros elementos volcánicos provistos por los numerosos volcanes en erupción de Anatolia central, especialmente los volcanes Erciyes, Keciboyduran, Develi, Göllü Dağı y Melendiz.


Paulatinamente, las depresiones fueron desapareciendo, transformando la región en un altiplano. Sin embargo, el mineral que rellenó las depresiones no es muy resistente a la acción de vientos, lluvias, ríos y diferencias de temperatura; por lo que la erosión fue "esculpiendo" los numerosos valles por los cuales Capadocia es famosa.

Así es que, aprovechando el regalo que la geología les dio, los habitantes de la región construyeron refugios subterráneos que podían albergar a ciudades enteras. Estas ciudades subterráneas fueron construidas de varios niveles, por ejemplo, la ciudad de Kaymaklı tiene nueve subterráneos, aunque sólo cuatro de ellos están abiertos al turismo. De este modo, las construcciones eran equipadas con respiraderos, caballerizas, panaderías, pozos de agua, y todo lo necesario para albergar poblaciones enteras. De manera que, durante el cristianismo bizantino, algunas cámaras fueron adaptadas como templos y decoradas con frescos en las paredes de piedra. Algo que puede apreciarse al suroeste del valle de Göreme, sobre las paredes verticales de roca volcánica del río Ilhara.


Las cuevas pueden recorrerse sin problemas, dado que se encuentras equipadas y preparas para servir al turista con iluminación y flechas para evitar perderse en el intrincado recorrido subterráneo. Así, ya sea bajo la superficie o al aire libre, Capadocia no deja de sorprender, intrigar e impactar con sus formas naturales y por el uso que el hombre le dio a la geografía en el que le tocó vivir. La adaptación en su más viva expresión.


Algunos lugares sobresalientes son las poblaciones de Aksaray, Nevşehir, Kayseri, Ürgüp, Uçhisar, Niğde, Gülşehir y Gülağaç; el Museo al aire abierto de Göreme, la ciudad subterránea de Kaymaklı, la ciudad subterránea de Derinkuyu, el valle de Zelve, Gomeda, Peribacalar vadisi (valle de las chimeneas de hada), Soğanlı vadisi, las ciudades subterráneas de Özkonak, Tatlarin, Mazı y Acıgöl; e iglesias como las de El Nazar y Aynalı.



HISTORIA
Çatalhöyük y Puruskanda
Çatalhöyük es una ciudad que data del período neolítico, en ella fue encontrado lo que se considera el comienzo de la historia de Anatolia. Se trata de un fresco mural del año 6200 a. C., que presenta en primer plano, las casas de la localidad, y al fondo, un volcán humeante en erupción; se cree que el volcán es el Hasandağ. El fresco está expuesto en el Museo de las Civilizaciones de Anatolia en Ankara, y es probablemente la pintura paisajística más antigua del mundo.

Entre 5000 a. C. y 4000 a. C., Capadocia tenía varios principados independientes. La ciudad más importante durante ese período era Puruskanda. Diecisiete de estos principados se unieron en 2300 a. C. para luchar contra el rey asirio Naram Sin, constituyendo la primera de muchas alianzas en la historia de Anatolia.

Periodo de colonias de comercio asirio
Al inicio del II milenio a. C., Anatolia vivió una etapa brillante en la cual atrajo numerosos habitantes. Los asirios, célebres por su habilidad en el comercio, se instalaron en la región atraídos por esta riqueza, y organizaron bazares llamados Kârum. El Kârum más importante es el de la ciudadela de Kanesh (hoy Kültepe). Los asirios llevaban estaño, textiles y perfumes, y compraban oro, plata y cobre en Anatolia.

Este tipo de comercio duró ciento cincuenta años, hasta que fue dispersado por las guerras entre reinos de la región. En 1925, un equipo arqueológico descubrió en Kültepe las "Tablas de Capadocia", que describen esta colonia mercantil en tiempos asirios, y que marcan el registro escrito más antiguo conocido sobre la historia de Capadocia.


Periodo hitita
Aunque se tiene poca certeza sobre el origen de la civilización Hitita, lo cierto es que esta civilización floreció en Anatolia central en el II milenio a. C.; siendo Hattusas (hoy Boğazköy) su centro de poder en la región, que llamaban Tabal. Los hititas fundaron varios poblados en conjunción con los habitantes de la región, y conformaron un imperio que se extendía hasta Babilonia. El imperio duró de seis a siete siglos, y puso fin al dominio de la dinastía semita de Hamurabi. Especial lugar en la historia hitita tienen los siglos XV y XVI a. C., que marcan el período de mayor desarrollo de la civilización. A finales de milenio, las guerras con Egipto (que culminarían en el tratado de paz de Kadesh, de 1286 a. C.) desgastaron al imperio, que finalmente cayó ante los invasores de Europa oriental.

Después de la caída del imperio hitita, Capadocia atravesó el período más oscuro de su existencia, entre los siglos X y VII a. C.



Periodo persa
Capadocia cayó en manos persas en el siglo VI a. C., estado que mantendría hasta la conquista por Alejandro Magno dos siglos después. Los persas dividieron Anatolia en provincias, asignando un gobernador (sátrapa) a cada una.

Los principados estaban ligados al puerto de Éfeso (cerca de la ciudad turca de Kuşadası) por la "vía real", que comenzaba en dicha ciudad, y pasaba por las ciudades de Sardes y Mazaca (hoy Kayseri), llegando a Mesopotamia y a Suze, capital de Persia. Los sátrapas enviaban a Persia los impuestos que recaudaban, en forma de oro, carneros, burros y los famosos caballos de Capadocia.


Periodo helénístico
En el siglo IV a. C., el conquistador macedonio Alejandro Magno emprendió la conquista de Asia Menor, después del famoso episodio del nudo gordiano, arrebatando Capadocia de las manos persas. Dejó a su teniente Cabictas para controlar la región, la cual estuvo bajo el dominio macedonio hasta la muerte de Alejandro en 323 a. C. Un año después, Capadocia recuperó su independencia y soberanía bajo el liderazgo de Ariarates I.


Periodo romano
Capadocia comenzó su larga historia de relaciones con Roma, bajo el reinado de Ariarates IV, primero como enemigos (apoyando la causa de Antíoco el Grande), y después como aliados, luchando contra Perseo de Macedonia.

A partir de entonces, Capadocia se alió siempre con la República. En 130 a. C., Ariarates V marchó junto al procónsul romano Craso contra Aristónico, quien reclamaba el trono de Pérgamo. Al ser liquidado junto con su ejército, trajo consigo luchas intestinas que marcaron el fin de la dinastía.

Capadocia entonces eligió un líder local llamado Ariobarzanes I, con el apoyo de Roma, en 93 a. C. Sin embargo, Ariobarzanes no pudo comenzar su reinado hasta treinta años después, cuando Roma le allanó el camino haciendo a un lado a los reyes Armenios. En la guerra civil que Roma sostuvo antes de la ascensión al poder de Julio César, Capadocia cambió de bandos entre Pompeyo y César.


Posteriormente, la dinastía Ariobarzanes terminaría, y la región mantendría su independencia tributaria hasta el año 17, cuando el Emperador Tiberio reduciría a la región a ser una provincia romana. Dos legiones romanas formarían guarniciones permanentes bajo el Emperador Vespasiano, quien buscaba proteger su provincia de Levante. Las guarniciones aumentaron y se convirtieron en fortalezas bajo Trajano, quien además construyó vías militares en la región. En el siglo III, las relaciones comerciales entre Capadocia y las regiones de Izmir y Éfeso estaban tan desarrolladas, que fueron emitidas monedas con los nombres de estas ciudades.


Periodo bizantino
A partir del siglo IV, Capadocia comenzó una transformación más, esta vez influenciada por los monasterios de Palestina y Egipto, cuyos modelos fueron seguidos en la introducción de la religión cristiana, bajo el patrocinio del Imperio Bizantino.

En los siglos VI y VII, aparecieron las primeras iglesias pintadas. Estas iglesias, al igual que la mayoría de las casas de la región, no eran construidas como edificios, sino "excavadas" en la roca. Estas cuevas artificiales eran después decoradas y acondicionadas. Existen más de seiscientas iglesias de estas características en la región.

El período iconoclasta de Bizancio (años 725 a 843) tuvo su repercusión en las iglesias de Capadocia, y numerosas pinturas murales sufrieron daños, pues se prohibió la representación de todas las figuras sagradas.




Periodo selyúcida
Los selyúcidas, considerados antepasados directos de los turcos occidentales, comenzaron a llegar a Capadocia a partir del siglo XI, después de la Batalla de Manzikert en 1071 donde derrotaron al ejército bizantino, y comenzaron la conquista paulatina del territorio. Después de la toma de Kayseri en 1082, los selyúcidas iniciaron una gran expansión urbanística en la región, construyendo mezquitas en Kayseri, Aksaray, Niğde y otras ciudades, y una academia de medicina en 1206. Además, construyeron numerosos caravansarays o caravasares (literalmente, palacio de caravanas), una especie de refugio para que las caravanas que transitaban la Ruta de la seda, pernoctaran de forma segura en su trayecto; algunos tenían servicios adicionales al de hostelería, como enfermería, caballerizas y mezquitas. Los caravansarays están dispersos por toda Anatolia, distanciados a unos 30 km entre sí, y en tiempos de guerra, servían como puestos de defensa del territorio. Destaca el caravansara y de Agzikarahan, construido en el siglo XIII.


En los siglos que siguieron, Anatolia fue escenario de conflictos entre los selyúcidas, Bizancio y los cruzados. Estos últimos tomaron la capital selyúcida Iznik, y obligaron a los selyúcidas a emigrar hacia Konya, en el centro de Anatolia. Los selyúcidas sentaron las raíces del Imperio Otomano, que vendría a existir a partir del siglo XV pues no en vano los turcos otomanos procedían de uno de los sultanatos —núcleo originario del futuro Imperio otomano— escindidos del estado selyúcida bajo el mando de un líder llamado Osmán I Gazi— que daría el nombre de la dinastía otomana u osmanlí).


Siglos XX y XXI
Capadocia siempre ha sido una zona de atractivo turístico importante, con afluencia de visitantes de la región y de países vecinos. La región llamó la atención de Europa y del resto del mundo en las décadas de 1930 y 1940, con la difusión de la obra del sacerdote francés Guillaume de Jerphanion, quien publicó los estudios que había hecho de las iglesias en Capadocia. Éstos hechos llevaron a un dramático crecimiento en la demanda turística en la segunda mitad del siglo XX. Durante las décadas de 1970 y 1980, Capadocia enfrentó una explosión de turistas que no podía ser satisfecha con la veintena de hoteles existente en la región. Los pobladores comenzaron a rentar cuartos y transformar sus propiedades para poder acoger a los visitantes, mientras nuevas instalaciones eran construidas, respetando a los paisajes y la naturaleza, y sin contradecir al folclore local. Según las cifras oficiales, en 2005 visitaron la región 850 mil turistas extranjeros y un millón de turistas nacionales.


Esta demanda ha revitalizado la actividad económica en la región, pues no sólo la industria del turismo y la gastronomía se benefician, sino que además los productores locales de cerámica, textiles y artesanías encuentran un mercado amplio y receptivo.


Cristianismo en Capadocia
Capadocia tiene un papel especial en la tradición cristiana, por varios motivos.

Durante los primeros años de la religión cristiana, Capadocia fue una región fértil para su expansión, en parte por su cercanía a las Siete Iglesias de Asia Menor, (mencionadas en el libro del Apocalipsis), y en especial de Antioquía, la primera comunidad cristiana, fundada por San Pedro. Muchos de los primeros cristianos habitaban Capadocia durante los siglos II y III, y para el siglo IV, cuatro santos habían nacido en Capadocia: San Mamés, San Basilio el Grande (nacido en Cesarea de Capadocia), San Gregorio de Nacianzo, el Viejo y San Gregorio de Nacianzo, el Joven.

Aunque controvertida históricamente, la tradición dice que San Jorge fue un nativo de Capadocia, hijo de un soldado del ejército romano del siglo III. En la Edad Media, la leyenda de San Jorge y el dragón tomó forma, y el santo se convirtió en patrono de múltiples estados y coronas en Europa, incluyendo, entre otras, a la Corona de Aragón, y los reinos de Portugal e Inglaterra. La cruz de San Jorge se encuentra todavía en las banderas de Georgia e Inglaterra, y también en el escudo de Barcelona y de Aragón.




INFORMACIÓN TURÍSTICA
Cómo llegar
Capadocia es uno de las regiones o provincias antiguos de Anatolia. El nombre, hoy en día, solo se utiliza en el turismo para determinar una zona que está entre tres pueblos que forman un triangulo: Nevsehir, Avanos y Urgüp.

Existen circuitos que combinan Estambul y la Capadocia, haciendo su recorrido en autobús. Para algunos puede ser una buena opción, pero la verdad es que el tiempo de visita de estas excursiones es demasiado limitado para verlo todo.

Para los que vayan por su cuenta, la mejor opción es llegar a Ankara, ya sea en tres desde Estambul o en avión desde cualquier ciudad europea. Desde allí es muy fácil coger un autobús para llegar a Göreme, el mejor centro de operaciones para visitar la zona.



Dónde dormir
Los pequeños pueblos que forman la región tienen una gran gama de hoteles, desde los de alto standing que ocupan los grupos, hasta pequeños hostales familiares donde se respira el espíritu de la Turquía profunda, igual de hospitalaria que la población de Estambul pero menos “picardeada” con el turismo. Quedarse en uno de estos hostales llega a ser una experiencia en sí mismo, ya que acaba uno compartiendo desayunos y comidas con las familias propietarias, escuchando y aprendiendo.

Un buen consejo para los que llegan a Göreme es acercarse a la oficina de turismo. Allí, señalando nuestro presupuesto y explicando nuestras necesidades nos indicarán rápidamente que hotel puede convenirnos. Ciertamente el funcionamiento de esta oficina es excelente.



Que ver
Es difícil hacer un resumen acerca de los que se puede ver en la Capadocia. Desde el pequeño pueblo de Göreme lo mejor es caminar, caminar por los caminos, repletos de maravillas. El paisaje selenita es, posiblemente, de los más bellos y sorprendentes del mundo. Las chimeneas de las hadas crecen por doquier, creando un panorama embriagador.

Otra visita imprescindible es el Museo al Aire Libre de Göreme. Uno de los motivos por los que la Capadocia es famosa es la existencia de iglesias excavadas en la roca, en sus promontorios, testimonio del culto cristiano más primitivo. Las pinturas de estilo bizantinos se encuentran en un gran estado de conservación y sorprenden a todos los visitantes.

Pero no solo existen estas iglesias en el Museo. Toda la región está llena de ellas. Si caminamos por senderos solitarios, podemos ir hallándolas una a una, entrando en ellas y disfrutando muchas veces en solitario. Seguramente encontraremos también a alguna lugareña que nos invitará a entrar en su casa, excavada igualmente en la roca (y con todas las comodidades). En un lugar donde el verano es abrasador y el invierno helado, vivir dentro de la tierra es la opción más cómoda. Si entramos comprobaremos esto, nos invitaran a un té y, obviamente, nos ofrecerán comprar algo de la costura elaborada por estas mujeres, famosas en toda Turquía: un kilim, unos guantes, un sombrero… todo hecho a mano y a mejor precio que en Estambul.

Aparte de los paisajes que nos encontraremos en toda la zona si nos movemos de pueblo en pueblo, hay otra visita que no debemos perdernos: alguna de las ciudades subterráneas, como las de Kaymakli y Derinkuyu, cerca de Nevsehir, dos de las 40 que los primeros cristianos acaso heredaron de los hititas y ampliaron, a resguardo de sus perseguidores, según crecía el catecumenado de su fe. Ciudades transitables aún hoy, linterna en mano, que contaban hasta con veinte niveles de habitabilidad bajo tierra, cocinas comunales, pozas interiores, sistemas de desagüe y corrientes de ventilación, cementerios y mazmorras.


Kilómetros cuadrados de ciudad subterránea, que nos deja con la duda acerca de cómo pudieron construirlas hace tanto tiempo.

Las actividades turísticas de la zona son volar en un globo aerostático, senderismo y montaña, por la noche ir a las salas de baile folclórico, montar a caballo etc.




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